Cada vez es más evidente que las adaptaciones fisiológicas, iniciadas por el ejercicio realizado por un deportista, pueden ser potenciadas o reducidas por la alimentación. Por ello, actualmente, se están analizando diferentes estrategias nutricionales buscando alcanzar un doble objetivo: potenciar esas adaptaciones del entrenamiento y, con ello, mejorar el rendimiento físico (Tabla 1 en Jeukendrup 2017).
En este sentido, es sabido que un programa de entrenamiento que incluya alguna sesión realizada deliberadamente con una baja disponibilidad endógena y/o exógena de carbohidratos (CHO) (?train low?) o un retraso en la recuperación del glucógeno muscular después de una sesión (?sleep low?) podría promover mayores adaptaciones celulares y mejorar el rendimiento físico en mayor medida que cuando se realizan todas las sesiones con una elevada disponibilidad de CHO. En esta línea, se ha puesto de moda la dieta baja en CHO y alta en grasas (LCHF, también llamadas dieta cetogénica) (Jeukendrup 2017).
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